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Un saxofonista sin saxo

Vine de Venezuela como solicitante de protección internacional, para escapar de una grave situación política, social y de violación de los derechos humanos. De una dictadura disfrazada con elecciones fraudulentas». Así de contundente es la presentación de este venezolano, que hasta hace poco tenía un buen estatus en su país, donde vivía de su pasión: la música.

Tocaba el saxo en una banda de origen militar, pero actualmente formada por músicos civiles y funcionarios. Una banda de gran calidad y con gran reputación dentro y fuera del país. Por todo ello disfrutaba de una vida feliz, acomodada y de prestigio.

Pero el nuevo gobierno quería volver a imponer el militarismo a la banda, haciendo que los músicos civiles vistieran uniformes militares, llevaran armas e intervinieran en acciones militares si así se les ordenaba. Él se negó y por ello fue calificado de opositor, traidor y apátrida, con amenazas de penas de prisión. Principalmente por su hija adolescente, a su cargo desde los nueve años, decidió marcharse del país antes de que todas aquellas amenazas se concretaran.
Recorrieron 7.000 kilómetros y llegaron a Barcelona. Tenía amigos y conocidos del mundo de la música, y esperanzas de poder seguir tocando aquí. Pero llegó la pandemia y con ella, la crisis económica.
Había traído ahorros desde Venezuela, que se fueron agotando. Mal vendió lo poco que le quedaba allí, para seguir afrontando la situación. Finalmente, tuvo que vender también su saxo por debajo de su valor. «Soy un saxofonista sin saxo», dice.
Acepta cualquier trabajo temporal y en negro, para poder pagar el alquiler de la habitación donde vive. Hace trabajos que nunca se habría planteado antes, como vigilante en una obra, limpieza o repartidor en un mercado. Mientras explica su historia no puede evitar romper a llorar en alguna ocasión, repitiendo que nunca hubiera imaginado tanta vulnerabilidad.
Solo quiere un trabajo, que le dé la seguridad de poder pagar un espacio acogedor y ofrecer a su hija una adolescencia digna. Le preocupa que ella no acabe de entender su decisión de dejar atrás una vida cómoda en nombre de la libertad.
De la música ya no habla.

Susagna Caseras

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